martes, 12 de febrero de 2013

Cápsula homenaje a Falso movimiento

"Solo, sin que nadie perturbe mi apatía."


Win Wenders, director alemán y su peli, Falso movimiento en 1975.
Resulta extraño ver una película intimista en alemán. Es como una balada heavy ochentera. Al principio crees que no la podrás acabar, y luego te la tragas enterita con aristas incluidas.

Basada en el libro El aprendizaje de Wilhem Meister de Goethe, un tipo (llamado Wilhem) quiere ser escritor pero no sabe qué contar. Su obsesión es escribir algo absolutamente necesario. Pero cree que a nadie le interesa su vida. Y posiblemente sea así.

Wilhem decide enfrascarse en un tren rumbo a Bonn. Como equipaje lleva dos libros La educación sentimental de Flaubert y La vida de un inútil de Eichendorff.  Antes de partir se los dio su madre, que con la cabeza llena de rulos, le advierte como despedida: "No pierdas tu flaqueza ni tu malhumor, te harán falta si quieres ser escritor".

Durante su viaje se va encontrando con personajes curiosos hasta formar una trupe algo desafinada: un poeta vienés intentándolo, una actriz estupefacta, un nazi vagabundo tocando la armónica y su acompañante, una adolescente muda, acróbata de asfalto. La adolescente, por cierto, la que más habla.

El quinteto pasea por Bonn de aquí para allá, hasta que llegan a la casa de un tipo a punto de suicidarse que habla de la soledad."Ahora que llevo mucho tiempo solo, vuelvo a tener ganas de leer los periódicos".

Y la actriz estupefacta dice a Wilhem: "Lo que no me gusta de ti, es que pareces el único desorientado".
Y el veterano de guerra nazi cuenta melódico: "Yo también salvé a muchos judíos, los que eran útiles".
Y el poeta vienés recita su nuevo haiku personal: "Con amor, con amor la madre mira a sus hijos mientras comen".


Wilhem o flaquezas y silencios en la educación sentimental de la vida de un inútil.

 "¿Cómo vamos a separarnos?" pregunta la actriz desorientada.
Y Wilhem, que por una vez, parece que lo ve claro, contesta: "Desde cualquier lugar entre la multitud".


Toda la película, como la vida, es un falso movimiento.
Muy recomendable.

Lxx

lunes, 4 de febrero de 2013

Cápsula homenaje a Malas tierras


Badlands es la ópera prima de Terrence Malick en 1973. Basada en un hecho real, chica adolescente y chico diez años mayor se encuentran. Él, Kit, recoge basuras. Ella, Holly, estudiante, se siente prisionera en su propia casa, al lado de un padre parco en todos los aspectos. Ambos son extraterrestres en una sociedad que los desplaza. Los desplaza, allá por los años 50 en una América profunda, plana y desencantada.

Malick nos muestra la inocencia cruel en su estado puro sin ningún pudor, casi con una extraña indiferencia y con cierto atrevimiento: matas por casualidad y escapas por supervivencia. Y de paso, mientras sobrevives, vives.



Kit y Holly ruedan por las polvorientas carreteras de Montana. Viven encima de los árboles. Bang. Son cazadores furtivos por los caminos insólitos de Dakota. Pescan en el río. Bang. Viven en el desierto, y bailan Nat King Cole sobre la arena dura. Bang.


En Malas tierras, la naturaleza es una fuerza viva, como un tótem omnipresente. Es poderosa y cómplice, en todo su dramatismo.


Bang-Bang-Bang.


Kit y Holly se pasean por su road life, huyendo, entre la esperanza y el final de lo que no tiene que ser; Ellos sólo viven en una realidad subterránea, como Adán y Eva rumbo hacia el paraíso perdido:

Holly: "¿Cómo te gustaría que te recordasen Kit?"
Kit: "Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver".



Lxx