lunes, 21 de julio de 2014

Cápsula Homenaje a El hombre que nunca estuvo allí

Hacía tiempo que tenía ganas de ver esta peli de los Coen (2001). No porque me hubiesen hablado de ella, ni siquiera porque fuera de los Coen, sino por su propio título: "El hombre que nunca estuvo allí". Ese hombre, Ed, un peluquero que vive en un pequeño pueblecito de California en los años 40, se siente extranjero en su propio mundo y así nos lo cuenta a través de su silencio en modo voz en off.


Ed, contemplativo, se mueve sigiloso por su vida insípida a través de la vista y del oído. Su silencio omnisciente nos va narrando su historia mientras a su alrededor todo el mundo habla sin, al parecer de Ed, decir nada. Ed cavila en subtítulos mudos y de paso, como por casualidad, contempla con vista ajena su propia vida y la de su pueblecito como si fuera un zoótropo en blanco, negro y gris que gira y gira mientras el fuma y mira. Mira y fuma. Gira y gira. Su voz en off son hechos.


Ed no sabe qué busca pero desea otro tipo de vida hasta que un día señalado, un extraño impulso primitivo y recóndito le incita a actuar, de la manera más absurda a la par que coherente al parecer de Ed.

Ay. Ese día señalado cómo me recuerda a Camus y su Extranjero. Ed y Messault, héroes atrapados en su extrañeza activamente pasiva hasta que un absurdo del azar les hace cometer un acto casi tragicómico, convirtiendo vacíos barrotes en su propia liberación.

Pero entonces, Ed, siempre estuvo allí en ese museo del silencio, su peluquería, deshilachando capas de realidad.


A Camus. "Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé".
Lxx

No hay comentarios:

Publicar un comentario